Acaba de llegar. Se ha bajado de la tartana, a pie del castillo. Mira hacia arriba mientras se deja los mocos en la manga de la desvencijada chaqueta que asoma remiendos de no sé cuantos herederos. Boquiabierto, asoma las múltiples y negruzcas caries y las heridas dentarias de otras tantas batallas, fuesen de hambruna o de ruedos carnívoros. No es el legendario rey de Judá, como pudiera recordarse por el nombre de pila. Se trata del hermano de Régula, la mujer de Paco, el que sirvió toda la vida como perro de caza por la vega de Carmona al compás de las órdenes del señorito Iván… Y van tantos Ivanes, que aún perduran. Son los de nuevo cuño, conservadores de la misma genética latifundista, la mayoría sin latifundio, que sobreviven con el paso de los años por parajes cercanos.
Azarías ha conseguido, tras años de presidio, el primer pase de salida del centro de rehabilitación donde reside. Allí ingresó como enfermo mental carcelario tras el juicio al que se le condenó a cadena perpetua por el asesinato del todopoderoso hacendado marqués del Corbones. Llega invitado por los Servicios Sociales del Ayuntamiento, y como huésped de ánimas misericordiosas; en su mayoría féminas de vetustas siluetas de S, sometidas al corsé masculino por antonomasia: “por cojones” (exabrupto). Así que el invitado, sigue los pasos del guión predispuesto. En primer lugar, recepción en la Alcaldía con foto sobre mesa de ataúd con sonrisa dentífrica incorporada. A continuación, acompañado de séquito, traslado a la prioral, donde, recibe los parabienes parroquiales y el diploma jubilar.
De la prioral a las Descalzas, de las Descalzas a las Clarisas, de las Clarisas a las Dominicas, de las Dominicas a las Hermanas de la Cruz, de las Hermanas de la Cruz al Marqués de las Torres… Todo un calvario en el que Azarías no pierde ojo al cielo en todo el itinerario. La delegada municipal del ramo sigue extasiada al comprobar el efecto de la ruta. Todo hace pensar que la Carmona conventual y aristocrática ha producido el efecto balsámico deseado en mente tan diabólica. Un segundo tramo -esta vez con el concurso de otro delegado patrimonial- aborda el legado histórico y cultural: urnas funerarias, hipogeo, mausoleos, minas subterráneas, fosas… Azarías sigue a lo suyo, no deja de mirar hacia arriba, cual mirada barroca celestial, como buscando un espacio de libertad que le han concedido por una jornada. Toda la comitiva se reagrupa para el selfi institucional. Hay sonrisas tan permanentes que parecen que han nacido bajo el clásico síndrome Profiden.
La ópera prima llega de la mano del alcaide en plaza, al que acompaña el endémico gerente de la villa, para un tramo final sodecarsiano. La sinfonía llega a los visitantes a modo de canto de sirena: Carmona tendrá su esplendor con miles de espejos en vez de olivos en sus campos; Carmona será la vanguardia de la Fórmula 1; Carmona será Patrimonio sin el impuesto de patrimonio; Carmona será capital de la espeleoarqueología condensada; Carmona será referente nacional de Neurología Asintomática Múltiple, Carmona será capital mundial de la viñeta, del cómic y… del chiste.
Azarías sigue mirando al cielo en busca de aquella grajilla que buscaba amparo sobre su hombro y que el señorito Ivan se llevó por delante de un disparo caprichoso. Por ello, Azarías abandonó el grupo de visitantes. Firmó en el libro de registro de turistas para contabilidad en la Puerta de Sevilla y se sentó en la bardilla del Matadero a la espera de la tartana de regreso a su celda. En el cielo de Carmona no encontró a su milana.