Día de Todos los Santos

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Del nicho al columbario


     Cada año, la vieja Cañada de las Cabras recobra su particular escenario como cada Día de Todos los Santos. En el aún rústico paraje, donde hace más de cincuenta años se construyó el actual cementerio, los automóviles suplantan al ganado que desde tiempos inmemoriales ascendían desde los Faldones de la Alberquilla para cruzar por el cordel de Guadajoz.

     La cita es anual y se deja ver y sentir entre los centenares de carmonenses que se acercan al encuentro con sus difuntos. Cada noviembre es distinto, y el día señalado también. Si el pasado año, las tormentas dejaban solitario el camposanto, la mañana de hoy hacía presagiar una atmósfera similar: una intensa niebla cubría la ciudad y se derramaba desde la terraza a la vega. Pero, a media mañana, el sol desplegó con fuerza sus atributos, despejando el escenario para poner luz y color en el camposanto.


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     Ni una plaza en la zona aparcamiento, lo que hacía llevar la fila de vehículos a los caminos aledaños, como viene siendo habitual. Tan habitual como la esbeltez del pasillo de cipreses que nos conducen hacia la entrada. Sobre la puerta el permanente centinela canino. Bajo ella, se sumaban de manera excepcional dos plantones voluntarios: una vendedora de la ONCE y un postulante enfermo. En el espacio de recepción, la floristería apuntaba buenas previsiones de venta, sin necesidad de turismo.


     Franqueada la verja, se notaba en el entorno que algo ha ido cambiando. Aquel ajetreo de antaño no se percibe. Las escaleras arriba y abajo, la cal, cubos, brochas, bayetas… material de préstamo para el vecino son ya esporádicas. Las cuarteladas de nichos disponen de número más que de sobra para posibles titulares difuntos. La imagen de tantos huecos produce sensaciones extrañas, próximas al abandono, cuando en realidad todo el conjunto del cementerio está bien cuidado con esmerada jardinería y limpieza que llevan a cabo dos operarios de sobrada competencia profesional.  


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     Al fondo, señales de una modesta obra, dejan entrever que los cambios en los ritos funerarios están a la orden del día: se construye el primer columbario. La demanda de estos espacios llevan a la municipalidad a competir con la oferta de templos e iglesias; la cremación no hay quien la detenga en detrimento del enterramiento. Así, los datos disponibles señalan que, en 2021, el cementerio de Carmona registro 72 enterramientos, en 2020, se efectuaron 83… mientras que hace dos décadas era de 179 la cifra anual. La evolución es evidente.


     Un paseo por los patios y calles del camposanto, invitan a la reflexión y a la meditación, sobre todo en los rincones frondosos. El colorido es tan abrumador que incluso deja en un segundo plano la imagen luctuosa de las cuarteladas. En cada rincón un detalle, un rictus a descubrir en cada sendero, un recuerdo… incluso hasta un objetivo indiscreto que vigila nuestros pasos. Siguiendo los mismos, enfilamos la vuelta a la ciudad por el antiguo Camino de las Cabras. A escasos metros, en un parque infantil, los niños juegan ajenos a la filosofía de la vida y de la muerte. 


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Imágenes de la visita al Cementerio San Teodomiro de Carmona

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