Meses de ensayos tirados por la borda es la conclusión que se puede sacar de la participación de la comparsa Soldados, de Carmona, en el concurso por antonomasia del carnaval con medalla de Interés Turístico Internacional: el de Cádiz. Así lo decidió el jurado del certamen de coplas que reúne en el coliseo gaditano a la crème de la crème de los copleros oficiales. Otra cosa son los de la calle.
Soldados se presentó sobre el escenario del Falla como huestes del dios Momo. En Carmona nunca existió dios Momo, ni bruja Piti, pero como los trasplantes están a la orden del día para sobrevivir entre sueños, todo es posible en carnaval. Así, el tercio de carmonenses se plantó en el campo de batalla con un estandarte de ilusión en el reencuentro con el patio, la platea y el paraíso gaditano. Otra cosa son los palcos; y el del jurado suele ser mortífero y sin miramientos.
Una presentación clásica, explicando el tipo, abrió el repertorio de Soldados, para pasar a dos pasodobles de buen nivel: el primero, de denuncia del acoso escolar, fiel reflejo de un entorno familiar de “cobardes”. El segundo -de apoyo a la Sanidad Pública y a sus profesionales- subió el ambiente guerrillero. Los cuplés, de vámonos que nos vamos: el primero, dedicado a la abuela prolífica y un segundo a una novia tatuada de carnaval por todo el cuerpo, salvo en zona excepcional dedicada a Martínez Ares. El popurrí, lo más endeblito y extenso, fue todo una tesis filosófica soldadesca de carnaval.
Con estas sensaciones, los soldados carmonenses, podrían estar más que satisfechos con su participación en el COAC 2023 pero, apenas terminada la actuación, el jurado emitía un comunicado anunciando la descalificación de la comparsa por observar que en el popurrí el número de cantantes se excedía del máximo permitido. El hecho -propicio para el VAR- pone de relieve que en el Falla no se puede jugar con fuego, o lo que es lo mismo: en el escenario 15 cantantes, los demás entre bambalinas… por si acaso.