Puente de este primero de mayo que se ha dejado sentir en Carmona por diferentes razones entre los que optaron por quedarse en la ciudad ante las diferentes ofertas tentadoras para ausentarse de lo cotididano. Los que así lo hicieron, pudieron comprobar, en los termómetros que nos vienen azotando en los últimos días, la continuidad de seguir en sus treces de adelantar la canígula sin visos de alivio para las próximas jornadas. Ojalá se cumpla el refrán de: cuando marzo mayea, mayo marcea. De momento: mayo juliea.
Como bálsamo para los vecinos que pueden soportar sin pestañear los rayos solares, incluidos los ultravioletas, sin más, y siguen la estela cofrade, han podido disfrutar del Día de las Mayas y de los Pasos con Cruces de Mayo. De éstos últimos, silencio y punto en boca. De las mayas, celebrar su reencuentro anual con la Antropología que nos traslada a quién sabe cultura antecesora. Da los mismo, lo importante es que nos llega de tan lejos que las jóvenes carmonenses siguen siendo hijas de diosas que depositan flores en tronos para su madre, sea del Olimpo o celestial. Y así, la Plazarriba volvió a festejar la fertilidad; la tradición milenaria, de lo siglos de los siglos.
Para los que abandonaron la urbe en busca de la brisa marinera, nuestra más sincera enhorabuena por haber podido disfrutar de ese poniente agradecido, con rebequita incluida. No obstante, mala coincidencia con eventos tan multitudinarios como "las motos en Jerez", y fiesta en la capital de España, nos han dejado retenciones kilométricas para llegar a destinos de ida y vuelta. Además de algún que otro susto de ver a moteros a ir a esparragar.
Lo dicho: puente movido, dentro y fuera. Lo peor: como ha quedado la cartera.