La feria recibió un chaparrón y solidaridad

La Feria recibió un chaparrón y solidaridad

   A las doce del mediodía de ayer, primer día de fiesta, la portada de la Feria de Carmona, no registraba trasiego alguno de feriantes. Su único atractivo estaba en la puerta de la ermita de San Antón. Allí la portada era solidaria y visual con una larga cola de ciudadanos que se acercaron a intercambiar alimentos -principalmente leche- por tiques para los cacharritos de la Calle del Infierno. El encuentro lo convocaba, un año más, Cáritas de la Parroquia de San Antón, cuyo director, Paco Conde, no daba abasto en la recogida de bolsas y paquetes. 

     El balance  no puede ser más positivo, cerca de 400 kilos de alimentos, de los cuales el 80 % leche, el producto con menor recepción del Banco de Alimentos, "actualmente es el que más necesitamos", refirió Conde, a cambio, 800 tiques, donados por la Delegación de Festejos que preside Mª Mar Castejón, a la que agradece la colaboración. A las 13:00 horas los vales se terminaban,  y la cola de feriantes solidarios se desplegaba bajo la portada del Real con el doble objetivo conseguido, ayudar a Cáritas y a aminorar los gastos familiares en diversión para los más pequeños. 

   Con un sol entre nublados, los servicios municipales de Limancar daban buena cuenta de la puesta a punto de paseos. Barrido y baldeo automático nos dejaban en la duda de si el segundo se hace necesario ante la falta de agua y las caracterísiticas del pavimento. Así, al menos, nos lo trasladan expertos en limpieza. A diestro y siniestro, las barras de las casetas comenzaban a brillar con fondo de aromas de cocina. Algún tombolero, aprovechaba la hora para desplegar la colada, mientras otros afinaban precios en la cartelería de kioskos. 

     A paso lento, entraban algunos grupos de currantes, como marca la tradición, y familiares con carritos de bebés; la vanguardia del campo ferial. La tarde se anima con la entrada de personal juvenil que devora platos y rebujitos por doquier, mientras en los minitablaos, músicos y cantantes dejan el "sí, sí, hola, hola", por la primera: Miralá, cara a cara..."  Y mirando al cielo, un frente de nubes negras avisa de descarga. No fallaron los pronóstico: tormenta. Fue más el ruido que las nueces, pero no hubo más remedio que sacar el paraguas -rara avis- o refugiarse bajo los plásticos, antaño de lona.

   La noche refresca y las luces de colores se hacen necesarias para que el Real resplandezca. Los más mañaneros abandonan el recinto con síntomas claros de alegría macarena. Otros, hacen el relevo y entran predispuestos -tras la jornada laboral- a comenzar la del ocio. Por faltar, no falta de ná. Sólo una buena cartera, aunque lleve nombre de tarjeta. Mañana será otro día.  

Reportaje: La Revista.