La Universidad Pablo de Olavide despliega, al aire libre, en la Necrópolis Romana, una nueva edición del Curso de Verano dedicado a la Arqueología. Cumple en este tórrido agosto 16 años de formación académica para un alumnado muy especial, sobre todo vocacional, que afronta las inclimencias climáticas lejos del aire acondicionado y el confort de espacios climatizados.
Al frente del mismo, su director, Juanma Román se hace más que veterano en estas lides que lo llevan desde las profundidas de las minas romanas a la superficie de la Vía Hispalis o, al menos, en sus proximidades; la conclusión final llegará en su día. La Arqueología requiere, sobre todo, ciencia y paciencia.
Se trata pues de un curso de trabajo de campo; una visión práctica-teoríca de la Arqueología, con la característica especial de realizarse en un yacimiento real y de primero orden: La Necrópolis Romana de Carmona. Es el tercer año de formación en el enclave donde el alumnado adquiere múltiples conocimientos en metodología arqueológica. Hoy, asistimos a una clase práctica del uso de detector de metales en excavaciones; una herramienta controvertida pero necesaria, cuando su uso es el correcto. La fotogrametría será objeto de interés en la próxima jornada; nuevas técnicas que complementan el método tradicional de dibujo en escala, y así hasta completar diversos contenidos de atractivo educativo para universitarios y puesta a punto de profesionales recién titulados.
El curso de verano práctico de Arqueología de la Olavide se consolida en el Conjunto Arqueológico tras la positiva experiencia de años atrás con el descubrimiento de la termas romanas, en la plaza de Julián Besteiro, linderas con la sede universitaria de la UPO. En este sentido, Román señala que se está estudiando la integración de las mismas en la nueva reurbanización del enclave, con el objetivo de posibilitar que sea visitable.
El trabajo docente realizado en anteriores ediciones tiene su trascendencia y calado en alumnos que participaron en las mismas. De hecho un grupo ya experimentado en la materia trabaja hoy como voluntariado en esta edición junto a los neófitos.
Son, Fernando, Manuel y Judi, miembros de Arco Hespérides que, con pico y pala, sacan tierra entre los estratos para llegar a la calzada romana excavada por Bonsor hace más de un centenar de años. El objetivo: despejar incógnitas sobre el tramo de vía romana que enlazaba Carmo con Hispalis. Sus incentivos pasan por no perder ritmo, ni contacto directo con la Arqueología. Los mueve además de la adquisición de conocimientos, el contacto con la gente y, sobre todo, la respuesta a las inquietudes de la profesión, para unos, el alicente de rescatar objetos, huesos, monedas, cerámica o... edificios completos; cada arqueólogo imprime su carácter particular y, en general, su vocación.