Perros y niños

     Si por algo hay que felicitar al Gobierno Local de esta villa es por su predisposición de hacer felices a perros y a niños. Pongo primero al animal antes que al humano por aquello del origen de las especies y, además, si alguien no me corrige, porque los vecinos cánidos superan en número a los infantes. Tal vez, haya datos oficiales. De momento sólo conocemos, con todas las dudas del mundo, las cifras de excursionistas que nos visitan cada cierto tiempo, lo que es muy loable, sobre todo para el medallero turístico, para los que sacan tajada inmobiliaria en la reconversión del caserío carmonense en apartamentos, y para los cuatro –poco más o menos- que viven del suministro al personal foráneo de visita. Tampoco disponemos de registro económico de esta afluencia tan masiva que se nos recuerda con insistencia. Pues ya va siendo hora de conocerlos. De momento, llevamos dos meses con el refrán de “Ensalada y visita poquita”, teniendo en cuenta la calor que hace, unos cuantos cogollos de la huerta son más rentables que dos guiris despistados por el Cenicero.

 Dejada constancia de la crítica puntual, tan necesaria en tiempos difíciles como los que vivimos –esto se viene diciendo desde que tengo uso de razón-, hay que reconocer que los niños de Carmona no podrán quejarse de este Consistorio. Eso de tener un parque infantil en cada esquina –con su tobogán, su columpio y su balancín-  es todo un lujo. Como de lujo se estará poniendo el proveedor. Por cierto, la Alameda –la de siempre- sigue desnuda de estos elementos infantiles, y terreno hay para dar y regalar. Sea por la razón que sea, aquello se ha quedado cual desierto en comparación con su legendario pasado: Fuentes, quiosco, cine, peces de colores, pilar, abrevadero… Todo sigue igual, pero sin la alegría de los niños. Algo tendrá que ver la filosofía de las actuales parejas sobre planificación familiar: Tener perros en vez de niños. Los primeros no cuestan tanto, ni necesitan tantas atenciones y cumplen con el sentimiento humano hacia el mundo animal, incluso la adopción se hace hoy más que patente. Lo de tener niños, hay que pensarlo… Bueno, ni pensarlo.

     Ante esta realidad, los políticos que están al loro de las debilidades de su clientela refuerzan aquellas sin entrar en más detalles. Si hay más perros que niños, habrá que incentivar la igualdad entre las dos especies, proporcionándoles nuevos ámbitos de ocio y entretenimiento necesarios para la vida. Aquella frase peyorativa de llevar una vida de perros, ha quedado en el ataúd académico. La actualidad pasa por disponer de un parque canino, como el que se proyecta en Carmona. Faltaría más. Nada de un rinconcito decente para hacer sus necesidades, se trata de la Ciudad de los Perros. Porque Carmona, es ciudad de ciudades, tal y como otros opinan que España es país de países. Aquí cada uno se lo monta en función de intereses espurios.

     De momento, los niños y los perros están de enhorabuena. Por ejemplo: mis nietos disponen bajo su vivienda de un renovado parque infantil; en el barrio, dos más; en el distrito, una decena; y en la ciudad, otra ciudad. Los perros, por su parte, no se quedan a la zaga y disfrutan de exclusividades mas la que se anuncia con todos lo necesario cual moderna Canilandia. Lo que no resolverá el Consistorio, por mucho parque que se construya, es que dejen de hacer sus necesidades por esquinas, arboledas, coches, jardines… Qué le vamos a hacer, son mayoría, disponen de veterinarias, peluquerías, baños, guarderías, masajistas… A mi “Cuqui” (caniche toy), que se casa por lo civil en mayo, ya le he reservado para su luna de miel una suite cinco estrellas en el nuevo parque. La pareja canina ha decido no tener descendencia, y adoptarán a  un niño.