El aula Maese Rodrigo de Carmona acogió una nueva edición de las Conferencias Magistrales que la Universidad de Sevilla imparte en Carmona. El encargado de la apertura ha sido Juan Fernández Lacomba, pintor, historiador del arte, doctor por la Universidad de Sevilla y académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría. Como “intelectual de gran capacidad analítica y una de las grandes figuras de la vanguardia pictórica en España”, fue calificado por el catedrático Antonio Caballos Rufino, que hizo las veces de presentador del ponente ante un centenar de carmonenses que se dieron cita para conocer de su ciudad una nueva perspectiva bajo el prisma de un sugestivo título: "Carmona: fortaleza, granero y convento".
El interés del contenido de la conferencia se ampliaba por la relación de Lacomba con Carmona, donde vivió “conventualmente” algún tiempo, desarrolló su trabajo en estudio propio de pintura y consiguió numerosas amistades que no faltaron al encuentro. Esta ventajosa circunstancia se manifestó a lo largo de su disertación en la que dejó expresiones de magnificencia hacia la ciudad y a quienes dejaron huella en su personalidad. Abrió el abanico como enclave de escenografía visual, como balcón y teatro variable de los fenómenos naturales: “Saber mirar se aprende en Carmona”, sentenció.
Fernández Lacomba continuó su análisis con referencias a los signos y símbolos primarios de Carmona: carmo, la moneda romana y la estrella de Vandalia “símbolo por excelencia”, para ofrecer en pantalla las primeras imágenes históricas de Carmona con grabados “un tanto fabulados” de los siglos XVI y XVII. Así, sintetizó el título de la conferencia sobre un trípode fundamental: como ciudad fortaleza, con la Puerta de Sevilla; ciudad convento, con Santa Clara y como ciudad granero, con silos domésticos. “Ciudad de guerreros, de monjas y curtida por agricultores”, aseveró.
A partir de imágenes románticas y obras en lienzos de gran calado artístico, Lacomba enmarcó el devenir de Carmona con referencias a los fotógrafos como Otto Wunderlich, Ortiz Echagüe, al pintor David Roberts, para abrir un paréntesis excepcional de las obras que Valdés Leal realizara para el convento de Santa Clara. Del barroco a las litografías románticas de Nicolás Chapuy, y los matices de un caserío de líneas geométricas, de paramentos vacíos, de ventanucos… para afirmar que “los extranjeros crearon la imagen tradicional de la ciudad". Las referencias más cercanas en el tiempo, tuvieron como protagonistas las aportaciones de Jorge Bonsor, “personaje importantísimo para Carmona”; la obras escenógráficas de Gustavo Bacarisas, de Juan Rodríguez Jaldón, pintor de la Necrópolis, de su “silencio tedioso”, y finalizar con una obra y apuntes de Joaquín Valverde Lasarte.