EL MATACÁN: La Carmona escamondá

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La Carmona escamondá


    Lo de escamondá no es original de un servidor, sino del profesor e intelectual Fernández Lacomba en su reciente disertación en el Aula -denominada por la nueva ola curturá- Maese Rodrigo; antigua capilla del Hospital de San Pedro, como dirían los veteranos del lugar. Y lleva toda la razón Lacomba en usar el término escamondá para referirse a Carmona en materia de limpieza y luz. “Sus calles, largas y estrechas, bien soladas con guijarros, a veces penosos para los pies del viajero, están flanqueadas por casas silenciosas de paredes blanqueadas, coronadas por los elegantes campanarios de sus iglesias, que se animan especialmente en el barrio principal, donde están las plazas plantadas de árboles, cuidadas con esmero por un ayuntamiento preocupado por el buen aspecto de la ciudad, que acogen por la tarde las conversaciones callejeras y los paseos de los jóvenes”. Así la describió Thouvenot en “Les Rempart Romains DE CARMONA” (1941); histórico texto al que tuve el honor de traducir para la añorada revista Carel.


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     La Carmona escamondá, por tanto, no es referente de hace tres días, como pudiera parecer, sino de anterior y largo alcance como factor determinante de su prestigio. Y para los vecinos que así la cuidaron y disfrutaron, un añadido de calidad en su vida cotidiana. La inversión en limpieza municipal siempre será rentable y agradecida, además de argumento electoral para el postureo político. Si no recuerdo mal, hace diez años, Carmona era el municipio sevillano de más de 20.000 habitantes al que las tareas de recogida de los residuos y la limpieza de sus calles salían más baratas. Repaso las cifras: 153.041 euros de coste anual en la retirada de residuos para recoger más de 19.000 toneladas de 463 contenedores. También en limpieza viaria batía record de menor presupuesto provincial, con 16 personas dedicadas a ello, por casi 415.000 euros para una superficie de 749.940 metros cuadrados. La Carmona de 2014, era, además de escamondá, una ganga en escamondadura.



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En 2024, sería interesante conocer este apartado de limpieza en recursos económicos y humanos, aunque lo dudo, pues de un tiempo a esta parte, la información municipal –otra cosa es el feisbuavila- brilla por su ausencia. Mientras llega la puesta al día de datos, hay que reconocer que Carmona necesita un repaso general para recuperar lo de escamondá, sobre todo en el apartado de orines y excrementos caninos que, a cada paso, pisan los turistas de puerta a puerta, desde la de Córdoba hasta la de Sevilla. Para los sufridos vecinos, la ampliación llega desde esta última fortaleza a todos los barrios, porque en todos ellos la población de la mascota preferida sigue en avance.

 

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La Carmona tradicional escamondá se debió a la pulcritud de los carmonenses por mantener su parcela viaria de punto en blanco, sobre todo en los distritos obreros, donde la comunidad vecinal se lanzaba al unísono para dejar inmaculadas, fachadas, empedrados y proximidades en cada cambio de estación o celebración festiva. Desde la pérdida de esta cualidad humana por intereses especulativos del negocio de la vivienda, la maquinaria pública intenta suplantar al vecino. Imposible. No hay presupuesto municipal para conseguir lo que el pueblo alcanzó con esfuerzo comunitario, por muchas hidrolimpiadoras y barredoras al uso. Si no hay compromiso vecinal, no hay limpieza… Y a pesar de ello, nos vemos obligados a retirar residuos y excrementos que otros dejan a su paso diario con pedigrí incluido. La Carmona escamondá, referida por Lacomba, fue símil nostálgico de un lienzo romántico irrecuperable. 


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