Langostinos de Carmona

     Llevo toda la semana recibiendo pedidos de toda España para envíos de langostinos carmonenses. Así como suena. La culpa la tiene la chirigota gaditana, ‘No hay verano sin besos’, conocida por la del ‘Cascana’, al que se le ocurrió introducir en el popurrí una cuarteta en la que uno de sus componentes, el `Popo´, en el papel de Olga Carmona (jugadora de la selección española de fútbol), remata el chiste con una alusión a nuestra Carmona (ciudad) a través del ‘Canijo de Carmona’ (Antonio Serrano). Así, en la relación de productos detallados y admirados por el ‘Popo’, con nombre de Carmona, mencionó los langostinos. Y no veas las consecuencias que ha tenido tal alusión: Todo un bastinazo, como diría un gadita. Incluso el alcalde se ha pronunciado al respecto con gran euforia publicitaria. A mí no me ha hecho gracia. El alcalde no, el chiste, porque desde entonces, no paro de empaquetar crustáceos.

     Hay mayoría de gente que no repara en ironías, doble sentido u otra fórmula humorística. Esta mayoría absoluta se traga todo lo que ve y escucha por el celular y por la pantalla, sin verificar lo auténtico. Aquí se ha implantado el vender por vender, sea verdadero o falso, sea realidad o humo, además de incitar al ejercicio del noble oficio de comediante.  Así que, contagiado por la marea dorada, me subo a la ola imperante en tiempos de carnestolendas. De momento, facturo sin IVA los mejores langostinos de Carmona, denominados en el mercado de lonja como “guajiros”, procedentes del otrora Canal de los Presos, hoy del Bajo Guadalquivir, paseo fluvial de la barriada carmonense de Guadajoz. 

     Su calidad va a más desde que la alimentación natural procede de las macroplantas fotovoltaicas de recursos sostenibles que, en el término municipal, proliferan cual piscifactorías de renombre. No obstante, a pesar de la excelencia de este langostino con rayas tradicionales de rebeldía ante la cautividad, tiene un competidor en la capital carmonense.

     Como primicia ecológica, le hago partícipe de ello. Se trata del langostino gourmet, de exclusiva denominación salvaje que tiene su hábitat en la ladera sur del escarpe de Carmona. Para entendernos, le aclaro, por si hizo rabona en la escuela el día que se explicó la orografía local, que se trata del terreno y acuíferos que van desde el pilar Ancho, pasando por los bajos del Tentaero, con final en el de los Limones. 

     Según los expertos en gastronomía internacional de Fitur, la especie en cuestión no tiene competidora ni con la que triunfa en las terrazas de la sanluqueña Plaza del Cabildo. De hecho, el último pedido a gran escala que acabo de recibir de tan exquisito manjar proviene del restaurante del Senado en Madrid, en el que nuestros representantes populares degustan por trabajo, además de langostinos, las preciadas langostas con objeto de llevar el plato de lentejas a su casa, según corrobora el filósofo gaditano José Luis García Cossío ‘Selu’, en el mismo escenario gaditano de referencia publicitaria.

     Como la nueva empresa del langostino de Carmona va viento en popa, nuevos emprendedores han presentado en el Ayuntamiento interesantes proyectos para la instalación de macrogranjas para la cría del mejillón en la Carmona oculta. Si no se lo creen, está en su derecho. Tampoco el ‘Popo’ es mujer, ni se llama Olga, ni Carmona. Ni el canijo está canijo, ni es de Carmona; éste es de Sevilla y aquel, según el libreto, es de Dos Hermanas.