El objetivo de nuestro reportero gráfico quiso dar fe de la posible despedida de una testigo diario del acontecer de Plazarriba durante sesenta años. Los viejos del lugar, sentados a escasos metros de su silueta, cuentan como la vieron plantar y crecer hasta lo más alto. El hecho, daba rienda suelta a la memoria, en la que no faltaron nombres y apodos, como el del "Arrecío", aquel vecino que, a pie de la palmera, le surtía del agua necesaria mientras vendía pipas y chuchas a la chiquillería. La plaza está a la espera de una próxima actuación de rehabilitación en la que se incluye la renovación de la arboleda. Los años no pasan en balde.
(Foto izq: ayer a las 21 h./ Foto der: hoy a las 12:00) La Revista.