EL MATACÁN: El callejón

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El callejón


     Nunca te acostarás sin saber una cosa de más. Eso dice el refrán español de toda la vida. No obstante, la sabiduría nos llega a veces de manera improvisada, de sopetón, sin buscarla. Nada de propuestas academicistas propensas a controversias o puntos de vistas particulares sobre asuntos determinados. Lo matizo, porque, ayer, sin ir más lejos, en el epicentro carmonense por excelencia: la explanada antropológica de Paco Vago -lugar de concentración, de inicio y meta de rutas turísticas de referencia mundial- me llamó la atención una escena con breve expresión oral entre dos visitantes, ciclistas por más señas. Con la intención de hacerse una foto ante la Puerta de Sevilla, el camarógrafo preguntó al modelo si la imagen la quería o menos cerca del callejón.


Abejas   La frase en sí me traspuso el paso, como si una chispa cerebral hubiese chirriado en el engranaje de las células grises. Nunca había escuchado la palabra callejón para referirse a nuestro Alcázar de Abajo, o a parte de él. Puerta, pórtico, arcos, intervallum, baluarte, bastión, matacán, poterna… han sido, hasta ahora, los nombres de costumbre para su denominación. Pero callejón, nunca. Ante las dudas, la chola puse a operar por aquello de buscar respuestas y, ciertamente, no encontré ninguna con visos de dar en la diana. Todo lo más una elucubración, producto de la observación casi diaria del lugar por el que circulamos con frecuencia: La mayoría de los ciclistas, entre otros viandantes de paso, no transitan hacia el interior de la ciudad por la Puerta de Sevilla. Se ponen delante, se tiran la foto y… vámonos que nos vamos. No encuentro otra explicación, salvo que, en su lugar de origen, los fotografiados dispongan de callejones históricos de tal envergadura que minimicen a nuestra singular fortaleza de poniente.


Agua

               Habrá, por tanto, si queremos ser consecuentes con nuestro privilegiado marco y patrimonio urbano, que discernir entre calle, callejuela y callejón, no vaya a ser que, por aquello del chauvinismo local, muy en boga en los últimos tiempos, llamemos catedral a cualquier iglesia; bodega a cualquier taberna; ciudad a cualquier parque; o alumbrado a tres bombillas y media, por poner algún ejemplo. De momento, un modelo de callejón es el llamado oficialmente, Callejón de las Abejas, situado en intersección con la calle Parra (Juan de Ortega), lindero con el Hogar Escolar San Juan de Ávila, para versados: casa-palacio del barón de Gracia Real. Del porqué lo de las abejas, ni idea. Pero de seguro es que, sin luz, aquello da yuyu de toda la vida, más que el enfrentarse a un enjambre de abejorros del Albollón, con reina incluida.

Palos      Otra cosa es el Callejón del Agua. Lo del agua tampoco lo llego a entender. Éste es menos conocido por estar en la otra punta del pueblo. Sí, de Carmona. Da algo menos de recelo, por ser paso del vecindario de las últimas viviendas de Villa Rosa, pero déjate de heroicidades nocturnas por Matallanes. 

     Dos callejones más, sin salida, aparecen en el nomenclátor: el de Guadalete y el del Corbones, sitos en San Francisco y El Cerrillo, respectivamente. Ambos sí podrían llamarse, del agua, por sus caudales, pero mejor dejarlos como están, de secano, por aquello de las danas. Con marchamo interior y de estirpe noble disponemos del Callejón de los Palos, por San Felipe. Tampoco acierto en referencias históricas, aunque su nombre es de mosqueo. De noche, a oscuras y entre palos, mejor darse la vuelta o llevar guardaespaldas. Dejo las callejuelas para otra ocasión. Las hay con mucho arte, como la del Codo, Soleá… De momento, la Puerta de Sevilla ni es callejuela, ni callejón, es, sin duda y a pesar de algún cateto, una calle como un monumento. 


Fin