Una nueva edición del pregón de la Semana Santa carmonense se celebró ayer en el Teatro Cerezo de la localidad, como prolegómeno oficial de los actos externos que organiza el Consejo de Hermandades y Cofradías. Como orador, Sean Sheahan Rodríguez, un joven cofrade que ya se estrenó, hace años, en el atril de pregonero de la Juventud, y que en esta ocasión lo hizo desde el escenario mayor dispuesto para la exaltación de la Semana Grande.
Con un teatro lleno en el patio de butacas y parte del anfiteatro, el pregonero fue presentado de manera fraternal -nunca mejor dicho-, por su hermano Pablo, que dejó semblanza de la unión entre ambos. A los acordes de ‘Reina de la O’, seleccionada adrede, y ‘Amargura’, marchas interpretadas por la Asociación Cultural Filarmónica Arrabal, Sean inició su disertación con “Se volvió a despertar el sueño”; expresión en la que sintetizó el primer sentimiento de su permanente deseo de pregonar la Semana Santa de Carmona.
Tras aludir a la medalla insignia de la Hermandad de la Esperanza que lucía colgada al cuello, echó ancla poética en busca de la perfección onírica para asegurar que “ser cofrade es un regalo de Dios”. De seguida, el texto pasó a la memoria para recordar a la familia, en la que sus abuelos maternos, Manolo y María Luisa, rescataron a la corporación de la Esperanza que hoy se alza esplendorosa entre la nómina de hermandades carmonenses.
No tardó el pregonero en mostrar su perfil más profundo cuando llamó la atención del respetable: “¡Oído! No hay más bonito que estar y ser los pies de Cristo y María. El costal es una forma de vivir. Donde encuentro a mis amigos, a los hermanos de verdad”. Así, con innumerables guiños poéticos y alusiones a personajes ya desaparecidos y a otros presentes, el costalero orador se elevó por encima del clásico pregón de profundidad religiosa para trazar emociones página a página de la Semana Santa de costero a costero, bajo las trabajaderas, donde “la igualá se hace igualdad”. Como broche emotivo, compañeros y amigos de tertulia sacaron a hombros a un Sean que elevó anclas entre la marea cofrade.