Aún resuenan cornetas, tambores y todo tipo de instrumentos musicales, incluido la campana tubular, que se ha incorporado en los últimos tiempos en bandas y agrupaciones de Semana Santa para dar mayor musicalidad a las marchas procesionales. Sea en do o en fa, el sonido de la campana resulta atractivo al oído, como si llegase de otra dimensión, de otra parte. No hace tanto, otros instrumentos llamaron la atención, entre los poco iniciados –ego inclusa me-, por su novedosa incorporación callejera, como la lira y el xilófono, sin olvidar el cascabel que triunfó de manera universal en la composición ‘Pasan los campanilleros’ de Farfán. Como se acabaron las procesiones, y los festejos no paran, habrá que irse con la música a otra parte; en este caso por el distrito del Real, por donde muy pronto sonarán nuevos instrumentos, en su mayoría enlatados de preciada combinación con rebujito, bajo la dirección del DJ.
En Carmona estamos acostumbrados a ser prevenidos, no nos vaya a coger el toro por la calle Prim, cada vez que llega alguna fiesta. De hecho, las luces de navidad se cuelgan por el Día de los Difuntos, el palquillo de Semana Santa se instala por el Día del Padre y los palos de la Feria están anclados desde el Miércoles de Ceniza. No sigo por aquello de originar controversia entre los muy afamados adictos al Facebook -in quo includit- como el regidor municipal que también adelanta la gestión local con meses y años de antelación. En este último caso, los ejemplos que los ponga la oposición, que para eso está, además de seguir los pasos del mandatario con ofrendas florales de parroquia en parroquia. De momento, la próxima cita corporativa con música oficial será en el Corpus, para el que se encarga con antelación vestuario de estreno, reposteros, sal, juncia y romero. Este año, con lo que ha caído, da para alfombrar de verde hasta el Pilero.
Entre bandas y fiestas, se me olvidaba que, intermezzo, está el Primero de Mayo, que los carmonenses celebramos en femenino; con mayas. Naturalmente, la festividad nada tiene que ver con la que vivimos, siglo atrás, detrás de las pancartas por calles y avenidas como jornada de lucha por mejoras en el trabajo… Y qué trabajito cuesta hoy, que el personal reivindique. Ya me contará este año, que ese día marcado en rojo cae en jueves, lo que promoverá un gran puente con manifestaciones masivas hacia las playas o parcelas. No obstante, por Plazarriba no faltará agrupación musical, sillas de decoración mariana, carrera oficial y sillones consistoriales sobre planta reliquia del sub urinario.
Detalles al margen, y con el halo que nos envuelve tras tiempo procesionario, llega la reflexión: la Plaza de San Fernando sin música es como un solar desierto, un espacio escénico que nunca tuvo jardín, ni flores, ni cuando fue cuadrada, ni cuando fue redonda, con cárcel, audiencia, casino, ambulatorio, cinematógrafo… Sin embargo, la música sí que la ensalzó a lo más alto. ¡Hay que proteger a los músicos! Son los grandes protagonistas en todas las festividades populares, por lo que merecen el mayor de los respetos y admiración. De ahí, la entrada alusiva al sonido de la campana como llamada de atención. Para que unos pocos se puedan lucir y divertir, ahí están ellos. Llevan horas y horas de ensayos para que todo salga bien, algunos pagándose una carrera musical a cambio de un menú a base del bocata y la lata de refresco tras la procesión o el concierto. Nos vamos con la música a otra parte, a otra dimensión, con el instrumento a cuestas.