EL MATACÁN: Patricia romana

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Sin nombre


Patricia romana


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     Al hilo de la última y reiterativa visita de la Consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Patricia del Pozo, al Conjunto Arqueológico de la Necrópolis y el Anfiteatro Romano de Carmona, recibo impulsos electromagnéticos desde los archivos personales, con insistente pujanza de temática patrimonial relacionada con el recinto funerario de la Carmo altoimperial, como dirían los expertos. Lo de las cuantiosas visitas de la dirigente cultural pepera andaluza viene a cuento porque de seguir su agenda y firma por el enclave, van a confundirla con nuestra eterna Servilia, naturalmente viviente y con cabeza. En este último registro ha sido recibida por dos ilustres personalidades -actores por más señas- representando a los fundadores del complejo arqueológico: Juan Fernández López y Jorge Bonsor.

      Según la oficialidad cultural, el motivo de la presencia de Patricia –nunca mejor nombre romano para tan ilustre dama- ha sido el de conmemorar el 140 aniversario de la inauguración del magno  columbario, además de dar rienda suelta a propaganda política sobre actuaciones puntuales, y presentar un programa de actividades complementarias que se suma, una temporada más, al interés y atractivo general que tuvo siempre el entorno. Con él vuelvo a recordar episodios de diversa índole cuando entre chumberas y caminito de la Carretera Vieja disponíamos de una visión familiar de la “Jondoná” (hondonada) donde el abuelo Tirri disponía, sin saberlo, de todo un monumento para pastar sus vacas y echar alguna siesta. La narración de aquellos episodios, la dejo para escritores más cercanos y tan próximos que casi podría decirse que nacieron a cobijo del Campo de la Paloma y se educaron a rebufo del Elefante que preside el santuario de culto a los dioses en el Campo de los Olivos.  

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            La Necrópolis y el Anfiteatro también tuvieron su lado oscuro, y no precisamente de las profundidades de los mausoleos, sino, todo lo contrario, en superficie, con la luz pletórica del día y con taquígrafos de excepción. Como no acostumbro a reproducir alegatos -salvo pérdida memorística puntual- hace diecisiete años escribí en el periódico Información de Carmona (17/10/2008), el matacán titulado “Hispanic Chochiety Manganti”; en el que dejé unas pinceladas del gran negocio montado entorno al gran descubrimiento arqueológico a caballo entre el siglo XIX y XX en Carmona. Esta parcela mercantilista de vestigios, propiciada por personajes reales con nombres propios, apellidos concretos y lejos de la ficción y la comedia, sigue en el ostracismo de patricios y plebeyos del siglo XXI, sean locales o visitantes.

         

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      Quizás, diecisiete años son pocos para retomar aquel discurso de doble intencionalidad: la denuncia de uno de los mayores saqueos producidos en Carmona a lo largo de toda su historia y, a la vez, la defensa del Patrimonio carmonense. Cuando numerosos países, instituciones y académicos de prestigio mundial mantienen hoy una política de recuperación y devolución de piezas que formaron parte del alma cultural del pueblo del que salieron expoliados, por nuestra cercanía nadie ha movido, ni mueve, un dedo. Hora es de que nuestra Consejera de Cultura, Patricia, la casi amantis romana carmonensis, además de visitar con asiduidad la Necrópolis y el Anfiteatro, apunte en su agenda propuestas de recuperación del gran legado que se nos fue de las manos, porque otras manos “sabias e ilustradas” lo convirtieron en fortuna.