EL MATACÁN: Hostelería migratoria

|


Portada


Hostelería migratoria


Oo1

“Con gusto”, me decía la camarera de un bar de Carmona, tras recogerle -previo pago y autoservicio- la cervecita de la barra que a diario degustamos de manera responsable a modo de refrigerio costumbrista. Su voz melodiosa acompasaba un ritual lejano al mandil y a la tiza blanca ajustada sobre la oreja; santo y seña de una profesión que dejó huella patrimonial desde la taberna de Patrana al ventorrillo del Rana. A decir verdad, me daba apuro preguntar el porqué del “con gusto” cada vez que servía a la clientela. Siempre entendimos que, tras una petición de servicio en cualquier comercio, la respuesta del dependiente era “con mucho gusto”, pero nunca tras recibirlo y abonar la cuenta. Con gusto o sin él, la realidad es bien distinta en una profesión, cuya demanda actual, salvo excepciones, es acaparada por hijos, nietos o bisnietos… de la llamada madre patria, aquella Nueva España colonial, de la que sólo queda Chochothlan. No la busque en el mapa. Mejor en la lista de agrupaciones del Gran Teatro Falla gaditano.


Sin nombre

   “No, mi amor”, decía otra joven de la misma profesión al preguntarle si disponía de manteca colorá sin zurrapa para la tostá. En esta ocasión, la melodía me llegaba con acento caribeño, cual bamboleo del Malecón entre panamás y guayaberas. Sea con gusto, o con amor, o sin él, o con ambas expresiones a la vez –sin intención erótica- lo cierto es que la hostelería carmonense ha pasado, de ser gremio relevante designado por el Concejo como responsable de la tarasca en los oficios del corpus medieval, a refugio laboral de hispanoamericanos. Bienvenidos sean. Y si me apuran, a modo de profecía terrenal detecto que el futuro hostelero carmonense terminará en manos de los descendientes de la Hispania de ultramar; la de aquellos criollos –algunos de ellos vinculados con Carmona- que el paisano e historiador, Esteban Mira, da buena cuenta en sus obras.


18001665494082935 s 80 400


Puede, de seguir vacantes los puestos de trabajo de camareros sin cubrir con personal autóctono, que las tabernas, bares y restaurantes locales adquieran nuevos nombres acordes con el origen de sus propietarios que toman ya el relevo. Así, no sería extraño el iniciar la jornada con el desayuno en la terraza del ‘Colombiano’, el tapeo por la taberna de ‘Chévere’, birrear en ‘Casa Queirolo’ o cenar en ‘Gringo’ por poner algunos ejemplos. No crea usted que esto está muy lejos, más bien se atisba ya en lontananza. Si fueron los chinos los primeros en tomar el relevo laboral en bazares y agrupar ultramarinos, los sudamericanos serán los segundos en acaparar la hostelería.



DSC4972 scaled

De momento el personal de bandeja, lito y look tradicional no es atractivo para la nueva ola generacional y mucho menos con negro uniforme. De hecho, ni encomendándose a Santa Marta -patrona oficial de la hostelería- se encuentra personal próximo para el servicio. Nadie quiere currar entre veladores, salvo, de manera temporal, algún universitario erasmus plus de Lacoste, que busca un plus clandestino para aminorar la mochila económica que le supone un nuevo master e iniciar el proceso de supervivencia titulada. Menos mal que hay hermanos del otro lado del charco dispuestos a suplir un servicio comunal al que nos hemos acostumbrado por mor del fraudulento estado del bienestar. Cuidémoslos, porque si no es así, apaga y vámonos… “con gusto”.