Sólo en el color -del rosa al aguamarina- ha cambiado la marea de solidaridad que los carmonenses llevan como cada año, y desde hace una década, por las calles de Carmona como manifestación en pro de la lucha contra el cáncer. Hoy, la pleamar volvió a recomponer el oleaje en la Plaza de San Antón para discurrir con mar de viento hacia el Arrabal, y desde allí, ayudado con mar de fondo, conquistar con rompeolas un acantilado de piedras milenarias, para retroceder con suave brisa de bajamar hacia la Alameda de Alfonso XIII.
El protagonismo marinero lo tuvieron, como siempre, los más de mil manifestantes que se unieron a la convocatoria de la asociación "Ayóyate en mí" para aportar un granito de arena, un año más, en la lucha contra ese monstruo de la profundidades llamado cáncer que nos arrebata día a día a pasajeros de un barco que se llama Vida. El recuerdo de muchos de ellos se dejaba notar entre las filas de una marinería ya veterana que siempre está al pie del cañón en los momentos difíciles de la travesía.
El contingente se abría con un animoso grupo percusionista de una batucada, que hacía las veces de estruendosa sirena de proa y llamada de aviso al vecindario más rezagado. Por el Hospital de San Pedro, la percusión se hizo notar a modo de dedicatoria para los residentes. Tampoco se escapó la imagen captada por el fotógrafo del paso multitudinario ante la estatua de San Juan Grande, aquel hijo de Carmona que tanto hizo por los enfermos. Entre la milicia solidaria, muchas caras conocidas; como las de los miembros de la Corporación Municipal, compañeros de medios de comunicación y profesionales de la Administración Pública Local.
La navegación no tuvo mayor incidencia que la del cansancio de algunos participantes que, por la edad, se resentían de un amplio trayecto a buen ritmo y nudos naúticos. No obstante, el descanso llegó sobre el albero de una Alameda que se cubrió de aguamarina bajo un cielo azul junto a un estanque de peces multicolores.
Reportaje:
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