De sobra son conocidas las grandes fortunas de España gracias a la publicación anual de la prestigiosa revista financiera Forbes. Parece ser que el señor Amancio Ortega y su hija encabezan esta clasificación con centenares de miles de millones de euros. Que los disfruten si les da tiempo. Es bueno conocer quién dispone de grandioso patrimonio por aquello de despejar sospechas sobre la manera de conseguirlo. Siempre escuché con reiteración las dudas –referidas a cualquier vecino- sobre la procedencia financiera de sus bienes, cuando de una u otra manera se hacen ostensibles. No obstante, la ostentación no fue indicio de riqueza en todos los casos, sino más bien pretensiones inalcanzables para el ciudadano de pie. De ahí, aquello de perseguir a quienes venden imitaciones que afectan a la tesorería del original acaudalado. El poder, salvo excepciones, siempre ha estado próximo a la riqueza y alejado de la pobreza.
Con la premisa de postular el conocimiento de quienes son los españoles más ricos, no estaría de más el disponer de esta información relativa a Carmona. Sí, tal cual. Si se da a conocer la fortuna del empresario Ortega, por qué no se da a conocer el ranking de los carmonenses millonarios. Seguro que aquel que tome la iniciativa quedará para la historia de este citypueblo, bien con rótulo honorífico en el callejero o con lápida de tercera en el camposanto. De producirse tan seductora y revolucionaria idea, de seguro el cambio de mentalidad popular llegaría a todo el término municipal, desde la cuesta de La Garrapata a las cumbres de Guadajoz. Por un lado, la carrera por conseguir el primer puesto en la clasificación, sería un incentivo entre la élite acaudalada y, por otro, un incremento de la adulación vecinal hacia el líder en plata. En ambos casos, salvo codicia, su repercusión en la economía local estaría asegurada.
Habría también otras cuestiones de importancia y repercusión social tras la consciencia de los patrimonios carmonenses. Por poner un ejemplo, mi vecina -perteneciente al colectivo ‘Viejas del visillo’ (VDV)- confirmaría su presunción delictiva sobre el munícipe que, de estar a dos velas, ha pasado a ser top diez en caudal. Sin discriminación de género, otro socio gremial de ojo, punto y ganchillo se llevaría un chasco mayúsculo al percibir la ausencia entre los primeros puestos de la lista, al hermano cayetano mayor de vara orfebre permanente.
Tampoco se le escaparía a la tesorera de la asociación el comprobar el lugar preeminente que ocupa su prima, que desde chica no sirvió ni para hacer puñetas, veía un libro y salía corriendo, ahora acumula propiedades y firma en Facebook como universitaria. Y para remate, la desaparición, en el listado y en restaurantes, de algún que otro noble, al que medio pueblo le sigue el rastro por deudas acumuladas.
Soy algo incrédulo en que la propuesta de conocer a los millonarios de Carmona salga a delante. Sobre todo, porque la mayoría conocida no es propensa a divulgar detalles financieros, sino más bien a emparedar riquezas entre íntimos y domésticos muros. Parece como si el gran teatro del mundo local hubiese intercambiado papeles. Por ello, no es de extrañar, el ver por aledaños a personajes con vestuario y modales mendicantes con inmensa fortuna y propiedades, mientras otros, con atuendo y maneras aristocráticas, no llegan con el sueldo a fin de mes. De todas maneras, se puede ser el primero de la lista en Carmona o en cualquier parte del mundo si uno se siente millonario en felicidad. “Beatus ille”.